martes, 21 de abril de 2015

¿Qué quiere decir “gestión de los stakeholders”?


  las personas o grupos que pueden tener un impacto en los resultados (se supone que económicos) de la empresa, o que pueden recibir los impactos o consecuencias de la actividad de la empresa. Hay, pues, stakeholders que afectan a la empresa y stakeholders afectados por la empresa. los hay latentes, durmientes, discrecionales, exigentes, expectantes, dominantes, dependientes, peligrosos, definitivos, y también los hay activos, conscientes, despiertos, inactivos, abogados, adversarios, apáticos,… Y los teóricos, claro está, han ido más allá, proponiendo que la dirección de las empresas tenga en cuenta toda esa variedad de stakeholders en su gestión diaria. La “gestión de stakeholders”, se nos dice, consiste en tener en cuenta los intereses de todos ellos, tanto si se trata de un interés directo como si es indirecto.

 Habrá que definir los deberes (y derechos) de la empresa ante cada categoría, y tener en cuenta que esos derechos y deberes cambian a lo largo del tiempo, porque lo que hoy es un stakeholder apático o durmiente mañana puede ser despierto y aun peligroso. Habrá que negociar, pues, las relaciones con cada uno de ellos, estableciendo compensaciones que, naturalmente, tendrán costes para la empresa en el corto plazo, aunque, se supone, también reportarán beneficios (quizás no económicos) a medio y largo plazo. Y el siguiente paso será la “implicación con los stakeholders” que, en palabras de algunos de sus promotores, “requiere una dramática expansión de las responsabilidades y capacidades de los directivos de empresa.

¿Es verdad que la gestión de los stakeholders incluye todo esto, y lleva consigo todos esos costes y esas exigencias?
  En definitiva, la gestión de los stakeholders no es otra cosa que la gestión de la empresa. La empresa ha estado llena de stakeholders desde hace siglos, y se ha relacionado con otros muchos también desde hace siglos. Y el hecho de que no les hubiésemos dado ese nombre no significa que los hubiésemos ignorado.

La teoría de los stakeholders, en definitiva, no es una teoría de la empresa, ni una teoría de la responsabilidad social corporativa, o de la ética aplicada a la empresa, ni una teoría de la sociedad. Es una teoría acerca de cómo debe ser una gestión bien llevada, ética y responsable. Lo que la teoría de los stakeholders hace es ayudarnos a entender cuál es la variedad de implicados, interesados y afectados en el día a día de cualquier institución, también de una empresa de negocios; por qué tienen esos intereses en la empresa y por qué la empresa tiene interés en ellos, y por qué hay que escucharles (aunque no necesariamente hacerles caso). Algo que los buenos directivos venían haciendo desde hace ya muchas décadas. Y si en algún caso no tenían en cuenta a algún stakeholder, lo más probable es que ese stakeholder no existiese: los terroristas, por ejemplo, no fueron una preocupación para la gran mayoría de las empresas en la gran mayoría de los países durante décadas. Edward Freeman, el “padre” de la moderna teoría de los stakeholders, Dirigiéndose a un hipotético directivo, le decía: “Tienes que producir los bienes y servicios que la gente desea y que lleven a cabo lo que se espera de ellos. Necesitas proveedores que quieran que tu compañía prospere, y que respalden lo que tu empresa hace. Necesitas empleados que estén ahí cuando los necesitas, y que sean creativos y productivos. Necesitas comunidades para las que tu empresa sea al menos un buen ciudadano, de modo que no tengan interés en utilizar los procedimientos políticos, en sociedades relativamente libres, para destruir el valor que tú creas. Y, claro está, tienes que ganar dinero para los que te están financiando” (Freeman 2008, p. 165). Eso es la gestión de los stakeholders, porque eso es la gestión de la empresa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario